PALOMAS MENSAJERAS Y CABALLOS DE TROYA FRENTE AL CÁNCER

PALOMAS MENSAJERAS Y CABALLOS DE TROYA FRENTE AL CÁNCER

Recientemente, un equipo de científicos de varios centros de investigación estadounidenses presentó un tratamiento muy interesante frente al cáncer. Se trata de una vacuna que convierte a las propias células tumorales en asesinas que atacan a sus compañeras a la vez que entrenan al sistema inmunitario de cara a una nueva aparición del cáncer.

Los propios autores del estudio, que se publicó en la revista Science, compararon estas vacunas con palomas mensajeras. Del mismo modo que estas regresan siempre a su dormidero, estén a la distancia que estén, su vacuna está compuesta por células tumorales que van a donde estén sus compañeras. No importan ni la distancia ni los obstáculos en el camino.

Sin duda es un planteamiento muy interesante, aunque hay que tener muy en cuenta que de momento se ha probado solo en ratones. Esto no quiere decir que debamos perder el optimismo, pero sí analizar los datos con cautela. Dicho esto, veamos cómo funciona esta curiosa vacuna contra el cáncer.

Ya existen otras vacunas, pero no como esta

PALOMAS MENSAJERAS Y CABALLOS DE TROYA FRENTE AL CÁNCER

El tratamiento en cuestión es una vacuna contra el cáncer. Es cierto que cuando oímos hablar de vacunas lo habitual es que nos vengan a la mente las que normalmente se usan para prevenir infecciones de virus o bacterias. Sin embargo, en los últimos años también se han estudiado como tratamiento antitumoral. No es exactamente el mismo concepto que las tradicionales, pero se parece.

De hecho, consiste en introducir en el organismo células tumorales inactivas para preparar al sistema inmunitario para atacar al tumor. Las vacunas tradicionales frente a virus y bacterias solían hacer eso: meter el microorganismo muerto. Hoy en día hay planteamientos muy diferentes, en los que solo se mete una parte del microorganismo, como alguna proteína, o directamente se introduce a los vacunados el ARNm que contiene las instrucciones para que sus propias células fabriquen esa proteína. Este es, de hecho, el mecanismo que emplean las vacunas contra la COVID-19 desarrolladas por Pfizer y Moderna.

Volviendo al cáncer, las vacunas emplean un enfoque parecido al de aquellos primeros microorganismos inactivos. Aunque también hay de distintos tipos. Algunas introducen las propias células tumorales del paciente, previamente inactivadas. Otras introducen solo alguna parte de esas células. Del mismo modo que cuando se introduce una sola proteína del microorganismo. Otras, en cambio, consisten en la administración de células dendríticas, que son un tipo de células del sistema inmunitario.

En todo caso, y al contrario del concepto habitual de vacuna, son fármacos de tratamiento. Es decir, no se usan para prevenir el cáncer, sino para tratar a pacientes que ya están enfermos. De hecho, forman parte de lo que se conoce como inmunoterapia, ya que estimulan al sistema inmunitario para que se encargue de atacar específicamente al tumor en cuestión. En cambio, esta vacuna desarrollada recientemente no solo ataca al cáncer, sino que también ayuda a prevenir que se reproduzca. Dos en uno.

Células que se vuelven contra sus propias compañeras

Esta vacuna contra el cáncer cuenta con un enfoque muy diferente a las mencionadas anteriormente, pues es la primera vez que se usan células tumorales activas para estimular el sistema inmunitario.

Pero no son las mismas células del tumor; ya que, una vez que se extraen del paciente, se someten a algunas modificaciones. Esto se hace gracias al CRISPR-Cas9. Esta es una herramienta de ingeniería genética que actúa como una especie de corta-pega molecular. Es decir, busca una secuencia genética, la corta y vuelve a pegarla, introduciendo en su lugar un nuevo fragmento si es necesario. Así, se pueden eliminar los genes causantes de enfermedades o mejorar las células, no solo humanas. De hecho, esta técnica se está investigando también en alimentación, por ejemplo para obtener salmones más grandes o para conseguir champiñones que no se ennegrecen con el paso del tiempo.

En este caso, dicho corta-pega se usó con varios objetivos. Por un lado, para convertir las células en asesinas de tumores. Y, por otro, para que fuesen fáciles de detectar, etiquetar y recordar por parte del sistema inmunitario.

Además, se añadió un interruptor de seguridad; que, en caso de que algo fuese mal, se podría activar para destruir la vacuna una vez dentro del organismo. Volviendo al símil de las palomas y el envío de mensajes, el mensaje podría autodestruirse pasado un tiempo si fuese necesario.

Ratones que imitan a los humanos

PALOMAS MENSAJERAS Y CABALLOS DE TROYA FRENTE AL CÁNCER

El tumor elegido para probar esta vacuna contra el cáncer fue un tipo de tumor cerebral, llamado glioblastoma. Pero no se probó en humanos, sino en ratones. Eso sí, no eran ratones típicos, ya que se les habían introducido células de la médula ósea, el hígado y el timo derivadas de humanos. Así, se imitaría el microambiente inmunitario de nuestra especie y se podrían extrapolar más fácilmente los resultados.

Ya con todo listo, solo quedaba probar la vacuna, inyectándola en el cerebro de los ratones. Se vio que, efectivamente, las células tumorales modificadas eran capaces de viajar hasta encontrar el tumor. Una vez allí, lo destruyen y, a su vez, entrenan al sistema inmunitario para que, en caso de que el cáncer se reproduzca, sean sus células las que se encarguen de combatirlo.

Los resultados han sido muy prometedores, aunque aún habría que probarlos también en humanos. No obstante, los autores de la investigación son optimistas e incluso creen que podría ser útil contra otros tumores sólidos, como el de mama.

Un caballo de Troya contra el cáncer

Esta vacuna contra el cáncer se presentó la misma semana que otro interesante tratamiento, dirigido también a los tumores sólidos. En este caso, se trata de una modificación de una terapia bastante consolidada frente a cánceres sanguíneos, como los linfomas: la CAR-T.

Esta consiste, básicamente, en el uso de unas células inmunitarias del propio paciente, conocidas como linfocitos T, posteriormente modificadas para que ataquen más específicamente al tumor. Aunque han sido útiles en linfomas, sí que suponen un inconveniente frente a los tumores sólidos, ya que estos se rodean de un ambiente hostil que destruiría a los linfocitos modificados en cuanto llegasen a su destino.

Por eso, un equipo de científicos españoles ha realizado una mejora a esta terapia consistente en encapsular las CAR-T con un recubrimiento que solo se deshace una vez que llegan al tumor. Así, actúan como un caballo de Troya. Llegan a su destino, se introducen ahí y, una vez que ya están resguardadas de ese ambiente hostil, aniquilan el cáncer desde dentro.

En este caso, se ha probado también en animales y cultivos celulares humanos, concretamente de cáncer de mama. No obstante, del mismo modo que con la vacuna de células activas, se espera que sirva frente a otros tumores sólidos.

Ambas tienen todavía mucho camino por recorrer, pero el simple hecho de que hayan dado sus primeros pasos es una buena noticia. Frente al cáncer, toda ayuda es bienvenida. Incluidas las palomas mensajeras y los caballos de Troya.

 

Azucena Martín Sevilla, Licenciada en Biotecnología