INVENTAN UN PARCHE CON UN TEST DE ANTICUERPOS INCORPORADO
Desde que comenzó la pandemia de COVID-19 se hizo evidente la necesidad de implementar test de anticuerpos con los que se pudiese obtener un resultado lo más rápido posible. El objetivo no era exactamente diagnosticar infecciones en curso, pero sí saber quiénes habían pasado la enfermedad de forma asintomática. De hecho, esto precisamente es lo que se hizo con el estudio de seroprevalencia llevado cabo en España por el Instituto de Salud Carlos III.
Hoy en día no se realizan tantos test de anticuerpos. Las pruebas para detectar la infección se encuentran mucho más accesibles para la población, por lo que no tiene tanto sentido realizar grandes cribados a posteriori. Además, si bien hay quien lo considera una forma de medir la inmunidad de las vacunas, cada vez está más claro que para ello sería mucho más útil medir la inmunidad celular. No obstante, los test de anticuerpos no han caído en desuso. Siguen siendo una opción para medir la inmunidad a corto plazo, para detectar casos asintomáticos y, sobre todo, para detectar infecciones en países en los que no es tan fácil el acceso a otros métodos.
En este tipo de test de anticuerpos se pueden detectar dos tipos, la IgM y la IgG. La primera indica una infección en curso o muy reciente, mientras que la segunda hace referencia a una que ya acabó. Un resultado negativo no indica ausencia de infección, ya que la IgM puede tardar un poco en aparecer. Pero puede ser útil si no hay otras opciones mejores disponibles.
El problema es que los test de anticuerpos que se usan actualmente también presentan algunos inconvenientes, especialmente de cara a su utilización en países con bajos recursos económicos. Para empezar, se realizan con una muestra de sangre, que se debe obtener, bien del brazo o bien mediante un pinchazo en el dedo. Esto puede dar lugar a infecciones o contaminación cruzada. Además, las tiras reactivas que se usan pueden suponer un peligro biológico. Por eso, un equipo de científicos de la Universidad de Tokio está desarrollando una opción mucho más novedosa con la que se eliminarían todos estos hándicaps.
Los inconvenientes de los test de anticuerpos
Los anticuerpos específicos contra el SARS-CoV-2, causante de la COVID-19, son capaces de reconocer proteínas específicas de este virus que no se encuentran en otros. Por eso, para saber si el organismo de una persona ha generado esos anticuerpos lo mejor es ponerle cerca su objetivo.
Se utiliza una tira en la que se encuentran esas proteínas específicas del virus y se ponen en contacto con la sangre que se quiere analizar. Así, si hay anticuerpos, estos reconocerán las proteínas y se unirán a él. A su vez, esas proteínas que se usan como reclamo están unidas a nanopartículas de oro. Pero no nos confundamos, no nos vamos a poder hacer un anillo con ellas. Estas nanopartículas se usan mucho en este tipo de pruebas porque cuando son suficientemente pequeñas tienen un potente color rojizo que sirve como señal de que se ha producido la unión.
Por lo tanto, el funcionamiento de los test de anticuerpos es bastante sencillo. Sin embargo, en determinados escenarios el transporte de proteínas virales puede ser un problema. Sin contar con la posibilidad de infecciones en la zona de extracción de la sangre. Por eso, los científicos japoneses cuyo trabajo se ha publicado recientemente en Scientific Reports tuvieron una idea muy prometedora.
Un parche para analizar el líquido intersticial
Los anticuerpos no se encuentran solo en la sangre. Se pueden encontrar también en otros fluidos, como el líquido intersticial. Es decir, el líquido que se encuentra en el intersticio o, dicho de una forma más sencilla, en el espacio entre célula y célula.
Se trata de un filtrado del plasma sanguíneo proveniente de los capilares, por lo que no es extraño que también contenga esos anticuerpos que se pueden encontrar en la sangre. Sí que es cierto que la cantidad de estos en el líquido intersticial suele rondar el 15%-25% de los que están en la sangre. No obstante, estos científicos japoneses pensaron que podría ser más que suficiente para un nuevo tipo de test de anticuerpos.
Este consiste en un mecanismo muy sencillo. En primer lugar, cuenta con una serie de microagujas biodegradables, que se colocan sobre la piel humana y extraen el líquido intersticial que se encuentra entre la epidermis y la dermis. Después, construyeron un sensor de inmunoensayo con oro coloidal, capaz de detectar tanto la IgG como la IgM que se genera contra el SARS-CoV-2. Un inmunoensayo es una prueba que utiliza anticuerpos para detectar moléculas concretas; que, en este caso, serían precisamente otros anticuerpos. De nuevo, el oro coloidal serviría para aportar color al resultado, que se vería de un modo parecido a lo que vemos en los test de antígenos de venta en farmacias.
Todos estos componentes, desde las microagujas hasta el biosensor, van unidos en una especie de parche que se coloca sobre la parte anterior del antebrazo. Después, según las primeras pruebas realizadas por los autores de este nuevo estudio, se puede detectar la presencia de anticuerpos en solo 3 minutos.
Cabe destacar que todo esto se encuentra aún en pañales. Las primeras pruebas se han realizado in vitro o, lo que es lo mismo, en modelos de laboratorio. En este caso, se usaron una serie de materiales que imitaban la piel humana, interconectados a un depósito de líquido intersticial. Las condiciones emulan las del brazo, pero no es lo mismo que probarlo directamente en personas. Ese sería un paso posterior a este primero, cuyos resultados han sido muy prometedores. De momento, habrá que seguir trabajando con lo que tenemos. No es poca cosa, pero en esta pandemia que nos ha tocado vivir cualquier nueva ayuda es una grandísima noticia.
Autor: Azucena Martín Sevilla, Licenciada en Biotecnología