TODO LO QUE DEBES SABER SOBRE LA INFECCIÓN DE ORINA
La infección de orina es una de las más comunes en la población adulta. De hecho, se calcula que aproximadamente el 40% de las mujeres y el 12% de los hombres tendrán al menos una en su vida. En algunos casos, además, se convierten en algo recurrente, llegando a darse más de tres al mes.
Dado que es una infección bacteriana, el tratamiento más eficaz es la administración de antibióticos. El problema es que, a causa de las infecciones recurrentes, se contribuye en gran medida a la aparición de bacterias resistentes. No solo porque haya personas que realmente necesiten tomar antibióticos con frecuencia. También porque otras intentan recurrir a ellos ante la más mínima molestia, sin comprobar si realmente se trata de una infección de orina.
Por eso es importante tener claros cuáles son sus síntomas y la mejor forma de diagnosticarla, todo ello sin olvidar cuáles son las mejores formas de prevenirlas.
¿Qué es una infección de orina?
Lógicamente, su nombre da bastantes pistas sobre su origen, pues se da por la presencia de microorganismos patógenos en la orina de una persona. Esto suele ser generalmente por una infección en la uretra o la vejiga, aunque también puede encontrarse en los riñones o la próstata. Es importante remarcar que a menudo se suele intercambiar el término por el de cistitis, que es una inflamación de la vejiga urinaria, que puede ir acompañada de infección o sin ella. Por lo tanto, una infección de orina puede deberse a una cistitis, pero una cistitis no va siempre asociada a una infección de orina.
Los síntomas de la infección de orina pueden variar, aunque los más comunes son el escozor al orinar, el dolor abdominal, la necesidad frecuente de orinar y la sensación de necesitar hacer más una vez que se ha expulsado toda la orina. En algunos casos también puede dar fiebre, aunque no ocurre siempre.
Lo bueno, por llamarlo de alguna forma, es que son síntomas muy molestos y fáciles de detectar rápidamente, por lo que se suele buscar solución antes de que la infección vaya a mayores. Esto ocurre cuando, por ejemplo, se pasa de la uretra o la vejiga a los riñones.
¿Cómo se diagnostica?
Los síntomas son tan característicos que el diagnóstico por parte del médico suele ser inmediato. No obstante, lo habitual es hacer una prueba rápida de orina, en la que se pueden ver parámetros que ayudan a detectar una infección.
Para ello se suelen usar tiras de orina, en las que se miden multitud de parámetros. En el caso de la infección de orina, los que nos interesan generalmente son la presencia de sangre, leucocitos o nitritos.
La primera por sí sola no indica infección de orina, pues puede deberse a otros motivos. Sí que es mucho más indicativo que haya leucocitos, ya que se indica que el sistema inmunitario ha iniciado una respuesta defensiva, posiblemente contra una infección. En cuanto a los nitritos, son el resultado del metabolismo de algunas bacterias, que los obtienen a partir de los nitratos, presentes naturalmente en la orina. No todas las bacterias lo hacen, por lo que puede haber infección sin que se encuentren nitritos. Eso sí, si se detectan nitritos, sí podemos estar bastante seguros de que hay una infección de orina.
Todo esto debe ser valorado por un médico que, además, decidirá si es necesario realizar un urocultivo. No siempre que hay sospecha de infección de orina se pide esta prueba. Generalmente, se pide por protocolo si la infección se da en embarazadas, hombres o pacientes mayores. También se suele pedir cuando los síntomas persisten después del tratamiento. Esto se debe a que con el urocultivo, en el que se siembra la orina y se espera a ver si las bacterias proliferan en ella, se puede ver exactamente qué bacteria ha causado la infección y también a qué antibióticos es resistente.
Inciso aquí: ¿qué son las resistencias a los antibióticos?
Imaginemos un equipo de fútbol que usa siempre la misma estrategia de juego cuando sale al campo. Puede que gane el primer partido. El segundo quizás también, sobre todo si es con un equipo diferente. Sin embargo, cuando haya jugado varias veces de ese modo, los entrenadores del resto de equipos habrán instruido a sus jugadores para que se enfrenten a su estrategia y comenzarán a perder un partido tras otro.
Con los antibióticos y las bacterias pasa algo parecido. Si exponemos a las bacterias a los antibióticos lo justo y necesario, puede que estas nunca lleguen a saber defenderse. Pero si estamos una y otra vez lanzando los antibióticos sobre ellas, se acaban aprendiendo todos sus trucos. Y eso precisamente es lo que ha empezado a ocurrir desde que decidimos usar los antibióticos para todo, sin ningún tipo de prescripción médica. Hay quien guarda los antibióticos en el botiquín de casa y recurre a ellos en cuanto tose un par de veces, sin pararse a pensar que quizás lo que tengan sea una infección viral. A los virus los antibióticos les hacen lo mismo que si intentas matar un mosquito lanzándole besos. No obstante, si hay por ahí algunas bacterias aprovecharán esa incursión para aprender a defenderse cuando les toque a ellas.
Pasa lo mismo cuando se usan las típicas toallitas antibióticas para el acné sin ningún tipo de receta, como si fuesen cosméticos. Y también ocurre cuando tomamos el antibiótico menos tiempo del pautado. Si exponemos las bacterias al antibiótico, pero no mantenemos la dosis el tiempo suficiente para acabar con ellas, las que sobrevivan ya se sabrán la estrategia para la próxima vez.
Estas resistencias a antibióticos son cada vez más frecuentes, por lo que infecciones que hasta ahora se han considerado leves podrían convertirse en algo muy peligroso. Algunas ya lo están haciendo, de hecho.
Por ese motivo, en los urocultivos se busca a qué antibióticos son resistentes las bacterias causantes de la infección, para atacarlas solo con las armas de las que aún no sepan defenderse.
¿Se puede prevenir una infección de orina?
Visto lo visto, es esencial buscar formas de prevenir las infecciones de orina. Así, se podría evitar que los pacientes tomen demasiados antibióticos y echen leña al fuego de las resistencias.
Hay medidas básicas, como tener una buena higiene, beber mucha agua, no mantener un bañador mojado demasiado tiempo u orinar después de mantener relaciones sexuales. Esto último se debe a que la fricción y la presión que se ejerce durante el coito pueden favorecer el movimiento de bacterias por el tracto urinario. No siempre se podrá evitar que esto ocurra orinando, pero al menos arrastraremos con la orina parte de los microorganismos que hayan podido quedar en la zona.
Siguiendo con el tema de las relaciones sexuales, en casos de gran recurrencia se puede pautar una sola dosis de antibiótico después de cada relación. No obstante, esto aumenta la probabilidad de resistencias, por lo que solo debe hacerse si no se ha logrado prevenir el problema de otra forma.
Y, para terminar, existen opciones en estudio, como los probióticos o los suplementos de arándano rojo. Estos últimos, sobre todo, se han hecho de una gran fama en los últimos años como método de prevención de estas infecciones. No obstante, la mayoría de estudios bien diseñados no son suficientemente concluyentes. Vamos, que no hay pruebas de que sirvan de nada. Aunque tampoco de que hagan daño. Lo que sí está claro es que tomar las medidas simples antes mencionadas puede ayudar en cierto modo. Y también que un diagnóstico rápido es esencial. Por eso, ya lo sabes, si te escuece no tardes en buscar ayuda.
Autor: Azucena Martín Sevilla, Licenciada en Biotecnología