EL ESTRÉS Y SU IMPACTO EN LA SALUD FÍSICA Y MENTAL
Según dicta la RAE, el estrés es la “tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves”.
Biológicamente, el estrés es un estado fisiológico normal que se presenta como respuesta ante situaciones que pueden suponer una amenaza o desafío. Ancestralmente, la respuesta al estrés marcaría la diferencia entre sobrevivir o no, no así en la actualidad.
En situaciones de tensión física o emocional se desencadena la respuesta de manera exagerada, resultando contraproducente en la mayoría de las ocasiones y agravando la mayoría de las condiciones médicas.
EL ESTRÉS PUEDE SER NECESARIO
El estrés en “pequeñas dosis” puede ser positivo. Este es el estrés agudo, que permite afrontar con éxito situaciones desafiantes propiciando la alerta, la motivación, el ingenio, la productividad, etc.
No obstante, en el momento en el que el estado fisiológico de estrés es sostenido en el tiempo y se vuelve crónico puede resultar perjudicial para la salud e incluso para el rendimiento tanto físico como mental.
¿ES POSIBLE MEDIR EL ESTRÉS?
Cuantificar los niveles de estrés no resulta especialmente fácil dado que son numerosos los procesos implicados, influyendo factores tanto psicológicos y sociales como biológicos. Los marcadores biológicos del estrés están especialmente aceptados para determinar los niveles de estrés de forma rápida, directa y objetiva.
Un marcador biológico o biomarcador es una sustancia (o signo) cuyos niveles son indicativos de un estado biológico normal o patológico. Estas deben ser lo suficientemente sensibles, específicos, estables, objetivos y cuantificables para ser aceptadas como biomarcadores.
Estos biomarcadores son sustancias pertenecientes a los sistemas regulatorios del nivel de estrés que son: el Sistema Simpático Adrenomedular (SAM), el Hipotálamo-Hipofisario-Adrenal (HHA) y el Inmunológico.
Asimismo, son indicativos de estrés biomarcadores que pueden determinarse fácilmente en atención primaria como el ritmo cardiaco o la presión sanguínea, viéndose incrementados en situaciones de estrés por medio del Sistema Simpático.
Algunos ejemplos de marcadores de estrés son:
MARCADOR DE ESTRÉS | LOCALIZACIÓN | SISTEMA DE REGULACIÓN DE ESTRÉS |
Ritmo cardiaco |
Sistema Simpático Adrenomedular |
|
Presión sanguínea | ||
Cortisol |
Sangre/plasma; Saliva; Cabello; Orina |
Sistema Hipotálamo-Hipófiso-Adrenal |
ACTH | ||
DHEA | ||
Adrenalina/Noradrenalina | ||
IL-6 |
Sangre/plasma; Saliva |
Sistema Inmunológico |
Proteína C Reactiva | ||
TNF |
Por tanto, al analizar los niveles de los marcadores en el tejido que se encuentran (sangre, orina, saliva o pelo), se pueden determinar los niveles de estrés que soporta una persona.
CORTISOL: “LA HORMONA DEL ESTRÉS”
El cortisol es conocido como la “hormona del estrés” dado que su liberación por las glándulas suprarrenales aumenta como respuesta al estrés y afecta a un considerable número de procesos.
De manera fisiológica y en condiciones normales, el cortisol sufre variaciones a lo largo del día, siendo sus valores más altos a primera hora de la mañana y disminuyendo a lo largo del día.
El estudio de cortisol en sangre, saliva u orina, permite determinar el nivel de estrés al que está sometido un individuo. Asimismo, lo recomendable es el estudio en diferentes momentos del día y de varios biomarcadores, además del cortisol, lo que ofrece mayor información y mejor diagnóstico del estado de estrés en que se encuentra el paciente.
El cortisol es una hormona con funciones importantes en el organismo como son:
·Moviliza la liberación de glucosa a la sangre, procurando energía rápida para hacer frente a la situación estresante.
·Suprimir la respuesta inmunológica temporalmente en estados de estrés agudo, para priorizar la respuesta a esa situación.
·Participa en la regulación del metabolismo de grasas, proteínas y carbohidratos.
·Aumenta la presión arterial para asegurar el suministro adecuado de sangre y oxígeno a los músculos para poder responder a la situación de estrés.
ESTRÉS CRÓNICO
El estrés crónico tiene lugar cuando los sistemas reguladores del nivel de estrés se presentan estimulados durante un largo periodo de tiempo de manera anómala, con la consecuente elevación de los biomarcadores asociados a él y de sus efectos asociados.
Los síntomas más comunes del estrés son:
·Aumento de la frecuencia cardiaca y la presión arterial.
·Tensión muscular
·Ansiedad o nerviosismo
·Dificultad para concentrarse
·Insomnio
·Irritabilidad
·Fatiga
·Problemas digestivos
·Dolores de cabeza
Cuando estos síntomas y los niveles de estrés responsables perduran en el tiempo conllevan problemas de salud como enfermedades cardiovasculares, trastornos gastrointestinales, trastornos de sueño, depresión y ansiedad, supresión crónica del sistema inmunológico, entre otros.
ESTRÉS CRÓNICO E INFLAMACIÓN
La relación entre el estrés y la inflamación está en constante investigación. Se ha podido demostrar que existe relación entre el estrés crónico y el desarrollo de un proceso inflamatorio crónico que conlleva una serie de problemas de salud.
·El cortisol liberado en situaciones de estrés tiene efecto supresor del sistema inmunológico, haciendo que sea menos eficiente en la lucha contra infecciones y en la regulación de la inflamación. Así, el estrés suele llevar asociada la aparición de infecciones debido a esa inmunosupresión temporal.
·Pero el estrés crónico también puede llevar a un estado de inflamación sistémica en el cuerpo. Si el cortisol se segrega en exceso durante un largo periodo de tiempo, conlleva a que sus receptores se inhiban, provocando el efecto contrario al anterior, a saber, la resistencia de las células del sistema inmunológico a los efectos antiinflamatorios del cortisol, favoreciendo el desarrollo de un estado de inflamación sistémica crónica.
A diferencia de la inflamación aguda que es una respuesta temporal y beneficiosa del sistema inmunológico frente a una lesión o infección, la crónica resulta perjudicial a largo plazo y se asocia con problemas de salud crónicos como los cardiovasculares, diabetes tipo 2, procesos autoinmunes, etc.
Los síntomas de un proceso inflamatorio crónico incluyen:
·Dolor crónico por inflamación de las articulaciones, músculos y otros tejidos.
·Hinchazón o la sensación de que ciertas partes del cuerpo están inflamadas.
·La inflamación crónica conlleva un gasto energético que agota a la persona.
·Problemas gastrointestinales; dolor abdominal, colon irritable, etc.
·Cambios en el peso y/o apetito.
·Cambios en la piel como erupciones, enrojecimiento…
·Problemas respiratorios como tos persistente, dificultad para respirar y sibilancias.
·Problemas cardiovasculares, incluyendo dolor en el pecho, palpitaciones, falta de aire, etc.
·Problemas neurológicos: dolores de cabeza, entumecimiento, debilidad o problemas cognitivos, de concentración y memoria.
Asimismo, destacar que la inflamación crónica es un proceso subyacente en muchas enfermedades crónicas como la artritis reumatoide, la enfermedad de Crohn, la tiroiditis autoinmune de Hashimoto, la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
Es consecuencia, es importante el manejo efectivo del estrés para evitar niveles elevados de cortisol con prácticas como la meditación, el ejercicio moderado, la terapia cognitivo-conductual, etc.
Ángela M. Martín Sevilla, Licenciada en Biología.
REFERENCIAS:
- Morera, L. P., Tempesti, T. C., Pérez, E., & Medrano, L. A. (2019). Biomarcadores en la medición del estrés: Una revisión sistemática. Ansiedad y estrés, 25(1), 49-58.
- Danhof-Pont, M. B., van Veen, T., & Zitman, F. G. (2011). Biomarkers in burnout: a systematic review. Journal of psychosomatic research, 70(6), 505-524.
- Elio, F., Antonelli, G., Benetazzo, A., Prearo, M., & Gatti, R. (2009). Human saliva cortisone and cortisol simultaneous analysis using reverse phase HPLC technique. Clinica Chimica Acta, 405(1-2), 60-65.